Teoría del Apego

Para que un niño desarrolle y construya su personalidad, necesita crear vínculos seguros con las personas que más lo cuidan, la mayoría de las veces, su padre y su madre. Según la teoría del apego, los cimientos relacionales de un individuo se construyen de acuerdo con las relaciones que experimentó cuando era niño. La teoría del apego, echa por tierra la idea de que un niño simplemente necesita ser alimentado para desarrollarse de forma equilibrada.

Realmente, ¿qué es el apego en la psicología?

El apego es un vínculo emocional profundo y duradero que se desarrolla entre dos personas, generalmente entre un niño y su cuidador principal (por lo general, la madre o el padre). Es una conexión afectiva que influye en la forma en que las personas se relacionan y se sienten seguras en las relaciones íntimas a lo largo de su vida.

Se desarrolla durante la infancia temprana a través de interacciones consistentes y sensibles entre el cuidador y el niño. Estas interacciones proporcionan al niño una sensación de seguridad y confianza en el mundo, lo que le permite explorar y desarrollarse de manera saludable.

Fue el psiquiatra y psicoanalista británico, John Bowlby (1907-1990) quien desarrollo la teoría del apego en la década de los 50, siendo actualmente una de las corrientes de la psicología moderna, más influyentes en el campo de la psicología del desarrollo.

La figura del cuidador en la Teoría del Apego

Para definir las figuras de apego de forma sencilla y concreta, hazte la siguiente pregunta: «Cuando no estoy bien, ¿en quién quiero confiar?» la respuesta a esta pregunta tan sencilla, te dirá la persona o personas a las que estamos apegados. Para los niños es lo mismo, ¿a quién recurrirá cuando se encuentre en una situación de estrés o angustia?

Las figuras de apego suelen ser los padres porque son ellos los que cuidan del bebé en los primeros meses de vida. A menudo es la mamá (lo siento, papás). La figura de apego es la figura que cuida al niño con más frecuencia; por ello utilizamos el término «cuidador» que identifica mejor dicha figura, que denominar a la madre ó el padre, para insistir en el hecho de que la figura de apego no es necesariamente uno de sus progenitores. No es un vínculo biológico.

Una vez que el niño ha elegido su figura de apego, ésta se vuelve insustituible. Sin embargo, puede haber otras figuras de apego que aparezcan más tarde, en el desarrollo del niño. Principal o subsidiario (es decir, las otras figuras) no significa que al niño le guste más uno que otro o que vaya a dar mayor importancia a uno u otro, sino que recurrirá al “cuidador” dependiendo del tipo de problema que surja.

Diferentes tipos de apego y su repercusión en la edad adulta

La psicóloga canadiense Mary Ainsworth definió cuatro diferentes estilos de apego infantil, cada una de las cuales, puede tener implicaciones psicológicas en el futuro. Aunque un apego seguro no implica un futuro fácil desde el punto de vista psicológico, puede ayudar a desarrollar recursos personales para afrontar mejor las dificultades. Por otro lado, los niños que sufren deficiencias emocionales, son propensos a tener trastornos del desarrollo, así como problemas para adaptarse y afrontar las situaciones adversas en su vida cotidiana de adultos. La incapacidad para gestionar adecuadamente los problemas pueden provocar trastornos de ansiedad y depresión. Así como trastorno de conducta diversa. Los adultos con un pasado difícil pueden experimentar grandes dificultades en sus relaciones de apego.

Los trastornos de apego pueden derivar en trastornos psicológicos debido a la falta de autoestima y confianza en uno mismo, pero también por la ansiedad que generan estos problemas de apego.

Tipos de ApegoImplicaciones psicológicas en adultos
Apego seguro: promueve la construcción de una buena autoestima, porque la figura de apego responderá de forma adecuada a las necesidades del niño. De este modo, el niño se siente seguro y capaz de explorar su entorno, al tiempo que es consciente de que podrá volver a recurrir a la figura de apego en caso de dificultad.– Mayor capacidad para establecer relaciones saludables y equilibradas.
– Autoconfianza y autoestima sólida.
– Habilidad para manejar el estrés y resolver conflictos de manera constructiva.
– Mayor resiliencia emocional y capacidad de intimidad emocional.
Apego evitativo inseguro: la figura de apego no responde o no responde suficientemente a las demandas del niño. Por lo tanto, se le deja a su suerte para hacer frente a sus ansiedades. Al sentirse inseguro, el niño no confía en los demás y reprime sus emociones negativas. – Dificultad para conectar emocionalmente con los demás.
– Tendencia a evitar la intimidad y a priorizar la independencia.
– Minimización de las emociones propias y ajenas.
– Miedo al compromiso y a la vulnerabilidad.
– Posible desarrollo de rasgos de personalidad fría o distante.
Apego ansioso ó ambivalente: la figura de apego responde de forma contradictoria a las necesidades del niño. Por ejemplo, si él muestra que está ansioso, ella a veces lo calmará, a veces le mostrará su irritación. El niño está desorientado e inseguro, por lo que muestra mucha ansiedad durante la separación. Incapaz de encontrar consuelo, tenderá a buscar tanto el contacto con su figura de apego como a rechazarlo– Dificultad para confiar en los demás y miedo al abandono.
– Necesidad constante de validación y aprobación.
– Tendencia a la dependencia emocional en las relaciones.
– Ansiedad en situaciones de conflicto o separación.
– Baja autoestima y autocrítica excesiva.
Apego desorganizado: Un niño desorganizado a menudo sufre abusos. Por lo tanto, tiene miedo de su figura de apego, que tendrá comportamientos negativos, incluso brutales, hacia él. Por lo tanto, tenderá a adoptar la misma actitud (agresividad, violencia, etc.). Su comportamiento es desorganizado (se acerca al adulto girando la cabeza, por ejemplo). El niño también puede ser testigo de violencia, lo que significa que su figura de apego está traumatizada (violencia doméstica, por ejemplo).– Dificultad para regular las emociones.
– Mayor riesgo de desarrollar trastornos psicológicos, como depresión, ansiedad o trastorno de estrés postraumático (TEPT).
– Patrones de relación caóticos o destructivos.
– Trastornos disociativos, trastornos de la conducta alimentaria o trastornos de la personalidad.
– Confusión entre el amor y el miedo en las relaciones.
– Posible repetición de patrones traumáticos.

Ahora ya conoces que la teoría del apego, explica cómo los vínculos emocionales formados en la infancia influyen en el desarrollo psicológico y las relaciones a lo largo de la vida. En las personas adultas, las consecuencias psicológicas de los patrones de apego pueden manifestarse de diversas maneras, dependiendo del tipo de apego predominante (seguro, ansioso, evitativo o desorganizado).
Aunque los patrones de apego tienden a ser estables, pueden modificarse a través de la terapia psicológica. Con la ayuda de un psicólogo, es posible entender mejor y reducir aquellas sensaciones que te hacen sufrir y que no te permiten relacionarte de la forma que te gustaría. Cuanto más te conozcas y te entiendas, mejor será tu relación contigo y con los demás.

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